lunes, 30 de marzo de 2009

¿No hay medios tonos en esta historia?

Del libro malo surgen de semillas pacientes el deseo siniestro de olvidar por una noche la moral y la razón.
Es que de una noche asi, llena de nombres fáciles de olvidar y personajes inútiles, llena de estrellas atrevidas y sinverguenzas, es muy difícil contenerse al instinto.
Mantenerse a la raya dibujada con un lapiz imaginario.
El vecino agita sus brazos como adivinando mis pensamientos, tal vez quiere ser parte de mi plan, la victima o el victimario. O los dos.
No voy a hacerlo acompañada.
Saldré tan segura con la oscuridad a mi lado que no bastará nada. Sólo diversión, con mis propias manos. Es la primera vez alfín en que puedo sentir tan cerca la sangre. Casi la puedo saborear. Me dan escalofríos, todo indica que soy de temer aveces.
Estas noches he sentido la necesidad de morder algo con fuerza, y lo único que encuentro son mis propios labios y el deseo de tenerte de vuelta para cedar el cuerpo.
Las luces las apagaron al frente.
Quieren jugar al inocente y si no se acostaron... salieron a castigar a los míos.
Me tendré que conformar en mis sueños si tengo suerte, también al juego del asesino... y cuando sufra la enfermedad del mudo idealista estaré agonizando en el piso, no querré abrir la boca para perder lo que ya no me queda. Es el juego tierno que me acompaña en el intento fallido de vaciarme por unos minutos.

[Quizás solo les envíe a todos un espejo, esperar que el reflejo les de espanto y lo demás ya no es culpa mía.
¿Quién era él? No me interesa aprendérme su nombre, para mi son todos iguales, y los nombres sólo sirven para identificar.
Intentaré pensar que aun les quedan mucho tiempo a mis palabras para irse al carajo.
Y que no se me olvide cuando no quiera más pesar.]

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